7.12.05

Me hundo en el hartazgo de las personas, aparecen como elementos de igual compostura y similares formas de vida, nada difiere en sus vidas, las mentes de ellos viven en el mismo ciclo del dormir, despertar, trabajar, ver televisión y hacer hijos. En los momentos donde no estoy harto, trato de ser observador , de no mandarlos a la chingada; pero últimamente todo parece indicar que realmente son unos autómatas sin juicio. ¿Para que rompernos la cabeza explicando sus ajetreadas vidas o lo maravilloso que cada uno tiene escondido muy, pero muy dentro? La respuesta es sencilla, estamos en la mierda del mundo occidental, vivimos, varios millones, en lo que en un mapa no abarca ni siquiera el excremento de una mosca. Estamos así por nuestro despertar cada día, el absurdo deseo de perpetrar nuestra podrida vida. Somos imbeciles. Nuestro comportamiento es el de la adaptación de los esclavos. Sí nos dan mierda; con chile y cebolla por favor. No somos tan deleznables para merecer un trato de ganado, mejor hagámonos mierda, no dejemos rastro humano en el valle de México, que venga una plaga y nos lleve a todos los que sobramos. Sí nuestra existencia nos sigue pareciendo valiosa, nada merecemos. Sigamos, entonces, oyendo la respiración de los cerdos de alrededor; más valdrá acostumbrarnos.

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