24.11.05

La mayor parte de las veces tenemos una absurda necesidad de acarrear con las navajas propias de las relaciones de poder cuando, simplemente, nos comunicamos con personas apenas conocidas por su nombre. Igual pueden ser costumbres en la procreación de amenazas o sogas de fantasía, prestas para que tu imaginación se sienta atrapada por el cuello.

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