20.4.06
La mujer que hace la limpieza dejó debajo de mi almohada sus pantaletas. Olían como una portentosa noche en el metro Pantitlan, en hora pico. El estilo clásico del encaje invitaba a la anonimidad de su dueña; pero en este caso no podía ignorar los antecedentes de ella. Adolecía de cualquier atractivo. Sus brazos tenían una textura de callos, las piernas parecían de policía de transito, sus curvas habían sufrido un alargamiento lineal, usaba peluca, y sus ojos, carajo, amenazaban con salir de sus parpados en cualquier segundo. Imaginé su vagina como una plasta de lodo en la entrepierna. Me acosté adivinando la hora y el lugar en el que, ella, había procreado al hijo que ocupaba un cuarto en una granja. Para generar otro ser humano la ciencia nos ha demostrado que se necesitan de dos personas, bajo algunas excepciones que existen en los relatos fantásticos, por ejemplo: el fundador de la mayor iglesia que el mundo halla conocido, y el hijo de la mujer que tiende mi cama. Sé que al final con las luces apagadas uno puede fingir demencia, pero no creo que sean capaces de sacar de su mente la imagen de Sara. Soñé con un trasero lleno de escamas arriba de mi cintura. Unos labios masajeaban mi lengua con pequeños vellos. No pude hacer nada más que voltearla, plantar sus rodillas en el suelo, y empezar a sentir la rugosidad de sus caderas en mis manos. Desperté y era domingo. El trabajo no demandaba mi presencia. Cargaba ochenta pesos en el bolsillo. Estaba solo en un cuarto de veintiocho metros cuadrados. Prendí la video, puse play, tomé el teléfono. La música incidental de la porno me tranquilizó. Hola, está Sara.
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3 comentarios:
en serio? o ficcion?
creas un ambiente..simil a la Pantitlan...asi como va...sin salivita....
los submundos del DF
Tan siverguenza y tan adictivo...
como lo extraño....
regreso
Qué relato! Me hiciste acordar a Roberto Arlt, un escritor argentino... a él le criticaban su forma de escribir porque exponía las cosas muy "rudamente". A mí sinceramente me encanta este tipo de escritura, me gusta que los textos me den cachetazos de realidad.
La frase "Sé que al final con las luces apagadas uno puede fingir demencia...".
Un gusto haber pasado por acá, voy a seguir leyéndote.
Besos!!
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